Philidor
Ajedrez es una sinfonía
( Fuente: Rochade, Bremen)
1ª parte
por Frank Mayer, revisado por Josep Arias
El "Café de la Régence" en Paris era desde principios del siglo XVIII lugar de encuentro de políticos y literatos. Estos felices mortales solían dormir hasta bien entrada la mañana, por lo cual sólo a partir de la tarde hacían acto de presencia. El "Café de la Régence" abría sus puertas a las ocho de la mañana. Sus primeros visitantes eran los jugadores apasionados, que se apiñaban en las repletas salas de juego.
Café de la Régence hacia 1840
Allí podían jugar a los naipes, al billar, a las damas y al dominó. Y también al ajedrez.
Hacia el mediodía, el café veía sus mesas repletas. Los sudorosos camareros a duras penas podían abrirse paso entre el gentío envuelto en humo de tabaco e impregnado de aromas etílicos. Durante decenios, todo aquel que significaba algo en la sociedad parisina, tenía que dejarse ver en el “Café de la Régence”. Voltaire, Rousseau, Diderot Robespierre, Napoleón (ajedrecista entusiasta, pero desastrado y con malos modales), Benjamín Franklin, diversos ministros del gobierno y gentes de los mejores círculos sociales iban allí para ver y hacerse ver.
Desde mediado el siglo XVIII hasta los años treinta del siguiente siglo, , Paris era el centro del ajedrez en el mundo, y el “Café de la Régence” el cuartel general de los jugadores de ajedrez. El Café contrató a un jugador profesional, cuyo trabajo consistía en enfrentarse contra cualquier cliente, que desease jugar una partida.
El primero de estos profesionales del ajedrez fue M. de Kermar, Sire de Légal (1702-1792).
En aquellos tiempos, Légal fue considerado como uno de los dos jugadores más fuertes del mundo. El otro fue el sirio Philipp Stamma, residente en la corte de Londres. Légal se estableció en el café donde jugaba por dinero; cuanto más alta era la apuesta, mejor jugaba. Casi siempre ganaba, por más que solía dar ventaja al adversario.
Sire de Légal contra Saint Brie 1750
Entre los sucesores de Légal, que fueron empleados como profesionales en el “Café de la Régence”, figuraron fuertes maestros como Saint-Amat, La Bourdonnais, Deschapelles, Kieseritzky y Harrwitz.
En el “Café de la Régence” solían aparecer excéntricos de todo tipo. Uno de los más conocidos fue un tal M. Bonnour, quién siempre aparecía con su perrito, “un animal pequeño y raro, que, cuando hacía buen tiempo corría delante su amo, pero si llovía, se escondía en su bolso. Cuando su amo jugaba, colocaba sus patitas delanteras sobre el canto de la mesa, seguía las jugadas del adversario con unas miradas salvajes, hacía crujir los dientes, gruñía y ladraba furiosamente, si el adversario ganaba”.
En aquella época, los excéntricos eran bien recibidos en el “Café de la Régence”..........
En este entorno emergió el joven François AndréDanican Philidor a principios de los años 1740.
El joven Philidor
(fuente Edward Winter)
Nació en 1726 en Dreux hijo de un padre de 79 años. Provenía de una distinguida familia, de la que surgieron varios músicos famosos. Desde mediados del siglo XVII, los Philidor desempeñaron un papel importante en la vida musical francesa.
François André Danican (Danican era el apellido originario), el último vástago del anciano André, llegaría a ser el más famoso de este clan – y una estrella en dos campos.
Maison Philidor en Orleáns
De que François estudió música, no cabe ninguna duda. Al fin y al cabo era un Philidor.
Los Philidor estaban destinados por Díos para la carrera musical. De maner que François, ya a la edad de 6 años, ingresó en el coro de la iglesia de la capilla de Versalles.
Como profesor tenía al famoso compositor y teórico André Campra. François resultó ser un buen alumno, que, ya a los doce años, escribía sus primeras composiciones.
Philidor – ornamentos
Por la misma época, algunos músicos de Versalles le enseñaron el ajedrez, juego que le llegó a fascinar de tal forma que le hizo descuidar sus estudios. En el año 1740 llegó a Paris, aterrizando, como era obligado, en el“Café de la Régence”, donde aceptó gustosamente las clases de ajedrez de Légal. Allí descubrió su talento para el juego a ciegas y pronto sorprendió a los clientes, al ser capaz de jugar dos partidas simultáneas a la ciega.
Philidor - partida a ciegas
Pero en aquella época apenas se podía vivir del ajedrez. No entraba en los planes de Philidor convertirse en un jugador de café que hubiese de tener suerte para ganarse la vida con un par de francos diarios.
Pero, por otra parte, tampoco le llegaba el triunfo como músico. Así pues, fue sobreviviendo gracias a las copias de partituras y a sus clases de música.
Al mismo tiempo, seguía componiendo.
Pronto llegó a estar tan endeudado, que se vio obligado a abandonar Paris en el año 1745. Contó a sus acreedores, que iba de gira, lo que, en cierto modo era cierto. Lo que no dijo es que las invitaciones para dar conciertos fuera de casa eran muy pocas, si es que tenía alguna.
En Amsterdam se le acabó el dinero lo que le obligó a ganarse la vida como jugador de café, enfrentándose con cualquier desafiante, aunque fuese con apuestas mínimas.
Durante los años siguientes se dedicó íntegramente al ajedrez y, poco a poco, se llegó a ser famoso. Viajó a Londres, donde derrotó de manera abrumadora a Stamma. El resultado final fue de 8:2, a pesar de que permitía a Stamma efectuar siempre la primera jugada y que las partidas acabadas en tablas se valoraban como victorias de Stamma, lo que ocurrió una vez.
Estudio Stamma 1737
A continuación se estableció en Aquisgrán por poco tiempo; allí escribió su famoso tratado ”Analyse du Jeu des Échecs”:
Fruto de ello fue que un grupo de nobles ingleses se interesaron por él. Lord Sandwich dirigió palabras muy elogiosas hacia su obra y el Duque de Cumberland le invitó a Londres garantizándole que allí podría publicar su libro. Philidor no se hizo de rogar. Fue a Londres y editó el “Análisis” en 1749. Se movió en los mejores círculos, escuchó los oratorios de Händel (se supone que Händel y Philidor debieron encontrarse en alguna ocasión, pero no existen pruebas fehacientes), jugó al ajedrez y despertó una admiración general.
El “Análisis” no sólo fue bien acogido desde el primer día; sino que siguió siendo considerado, a través de varias generaciones, como el más importante libro de ajedrez del mundo, llegando a alcanzar más de cien ediciones en muchos idiomas.
Slaughter’s Coffee House siglo XVIII
Mientras tanto, visitó Berlín, donde ofreció una exhibición ante Federico “el Grande” e hizo una excursión a Paris, para derrotar en un torneo a Légal, su antiguo maestro de ajedrez.
No obstante, durante todo este tiempo, sus amigos parisinos se preocupaban por él. ¡Qué un compositor de tanto talento, malgastase sus fuerzas en el juego de ajedrez!
En el año 1754, Philidor se dejo convencer para volver a Paris y pronto demostró a los aficionados a la música, que su estancia en Londres había valido la pena en cierto sentido. Su primera composición después de su regreso “Les Motets à grand choeur” fue lo más importante que había compuesto hasta el momento, reflejando una fuerte influencia de Händel. Además, escribió una gran obra coral, con la cual esperaba ganar las simpatías del Rey. Pero un tal Lauda Jerusalem le birló el cargo de primer director de orquesta de la Corte, sobre el cual había legado a abrigar esperanzas..
Decepcionado, se apartó del ambiente musical de la Corte y, en su lugar, empezó a componer óperas. En este terreno, encontró su campo de trabajo más idóneo. Una ópera tras otra, iban saliendo de su pluma. Con “Blaise le savatier” consiguió su primer éxito en 1759, superado por el que alcanzó en 1762 con “Sancho Panza dans son isle”.
No obstante, su ópera más conocida fue Tom Jones
(1765) adaptación de la novela de Roman von Fielding, que en aquel momento disfrutaba de una enorme popularidad en Francia.
También la ópera “Erlinde” (1767) fue muy apreciada en aquella época. Los conocedores de las obras de Philidor aseguran, que eran más afinadas técnicamente y de mayor calidad armónica que las óperas de los restantes compositores franceses de aquel tiempo.
Se alejó del aria “da-capo” y algunas de sus arias de ópera adoptaban incluso la forma de la sonata. Philidor, como compositor de óperas, fue un armónico creativo mucho más interesado en la armonía entre texto y música, que la mayor parte de sus contemporáneos. Sus óperas producían más bien el efecto de conciertos con un argumento añadido, encaminándose ya entones en la dirección del auténtico drama musical.
Philidor fue, al mismo tiempo, un precursor de la cerámica decorativa.
En la ópera “Tom Jones” incorporó con visible deleite sonidos onomatopéyicos – trompas de caza, ladridos de los perros, el chacoloteo de las herraduras de los caballos y restallar de látigos. Estos efectos ya fueron el inicio de la música de programa. Durante muchos años sus óperas se mantuvieron en el repertorio, hasta que finalmente fueron sustituidas por Rossini, Auber y los nuevos románticos.
No obstante, Philidor no está olvidado enteramente.
Su “Le soldat magicien” se volvió a estrenar en 1920 en Paris; “Sancho Panza” en 1922 en Paris y en 1924 en Madrid.
Una vez que llegó a ser el más estimado y famoso compositor de ópera – incluso el más valorado de su época, como aseguró el conocido compositor André Gréty, que sucedió a Philidor y escribió óperas populares del mismo estilo - Philidor se entregó nuevamente al ajedrez.
En 1770 se fundo en el “Salopian Coffee House” en Charing Cross un nuevo club de ajedrez, cuyos socios pidieron al maestro francés Philidor que pasase una temporada (desde febrero hasta junio) entre ellos a cambio de unos sustanciosos honorarios.
Deseoso de volver a la competición, aceptó gustosamente la oferta. Fanny Burney le observó durante las partidas de ajedrez y anotó en su diario, que “es un hombre muy educado, cortés y excepcionalmente amable. Además es un gran músico”.
Momentáneamente, el ajedrez volvió a ser más importante para él que la música. Entre 1772 y 1773 volvió al “Salopian” y, a continuación, se trasladó al London Chess Club, que celebraba sus reuniones en “Parsloe’s”, un café elegante en St. James Street.
Cada año regresaba durante una temporada a Londres. Como jugador profesional y asalariado, se ponía a disposición del club; daba clases de ajedrez, celebraba exhibiciones y jugaba por dinero contra cualquier persona que le desafiase. Adicionalmente, daba clases de música.
Nuevamente, sus amigos empezaron a preocuparse por él. Una vez más, parecía perdido para el mundo de la música, a pesar de competir ocasionalmente con las nuevas estrellas del firmamento de la ópera como Gréty y Gluck.
Pero lo que más inquietaba a los amigos de Philidor, eran sus partidas simultáneas a ciegas.
¡Tres adversarios a la vez!
Nadie podría soportar un esfuerzo tal por un tiempo tan largo!
Por este motivo, Diderot escribió el 10 de abril 1782
Denis Diderot
una carta a Philidor, en la que le pedía que desistiese de aquello:
“Estaría mejor dispuesto a perdonarle estos experimentos peligrosos, si lo que estuviese en juego fuesen quinientas o seiscientas guineas. Pero arriesgar su talento y su mente para nada, es francamente inconcebible.
Por otra parte he hablado con Monsieur Légal y su respuesta es la siguiente: “En mi juventud tomé la decisión de jugar tan sólo una partida de ajedrez sin mirar al tablero. Al final de la partida, estaba tan agotado mentalmente, que aquella fue la primera y la última partida a la ciega de mi vida. Es insensato correr, por razones de vanidad, el riesgo de caer en la locura.”
¿Si usted quedase incapacitado, los ingleses se ocuparían tal vez de su familia? No lo crea usted, Sire, Lo que no le ocurrió hasta ahora, tampoco le ocurrirá en el futuro. Siga usted mi consejo, escriba de ahora en adelante más música hermosa para nosotros, hágalo durante muchos años y no se exponga a la posibilidad de convertirse en el hazmerreír de la gente, que es para lo que muchas personas parecen haber nacido. Si no, lo hace así, un día podría decirse de usted:
“Ese es Philidor, un don Nadie, que malgastó la inteligencia, que poseía en mover pequeñas piezas de madera sobre el tablero de ajedrez.”
3ª y última parte:
Philidor debió de sonreír divertido cuando leyó la carta. Por supuesto, no era preciso replicar. Sólo para tranquilidad de su esposa, escribió:
“Te aseguro, que este juego ‘a ciegas’ no me agota tanto como parecen creer algunos. Te ruego que no te preocupes por mi salud.”
Como jugador de ajedrez fascinó a los londinenses, pero éstos apenas se interesaron por su música. ¿O fue, tal vez, que, en aquellos años, Philidor se ocupaba mucho más del ajedrez que de la música?
Una de las pocas obras que estrenó en Londres fue “Carmen Seculaire” en el año 1779. La puesta en escena fue un éxito, llegando a ser una de sus obras de mayor permanencia en cartel. En 1937 fue reestrenada en Paris.
Hoy sabemos que Philidor no se esforzó en ningún momento en “vender” su música en Londres.
El motivo es una incógnita. El caso es que necesitaba dinero y contemplaba su miseria financiera con un pánico creciente. “Es ridículo”, escribía a su esposa, “que el compositor de “Ernelinde” se vea obligado a jugar al ajedrez en Londres durante la mitad del año, para mantener a su familia”.
Incluso después de la Revolución francesa, le era permitido viajar cada año a Londres. Pero cuando en 1793 estalló la guerra entre Inglaterra y Francia, una vez en Londres, ya no pudo regresar.
En 1795 intentó viajar a Paris, pero se enteró de que su nombre figuraba en la lista de aquellos emigrantes a quienes, si osaban volver, les esperaba la guillotina...
Sus familiares se esforzaron en hacer borrar su nombre de aquella lista. Cuando, finalmente, lo consiguieron llegó la fatal noticia:
Philidor había muerto el 31 de agosto 1795 en Londres, solo y sin recursos. Fue el primero de los muchos Grandes Maestros que acabaron su vida en la pobreza más amarga.
“El lunes pasado”, escribió un periódico de Londres, “Mr. Philidor, célebre jugador de ajedrez, hizo su última jugada”.
Sin duda alguna, Philidor fue, con gran diferencia, el jugador más fuerte de su tiempo. Nadie pudo ofrecerle seria resistencia, ni siquiera en partidas con ventaja pactada. La profundidad de su estrategia y su dominio de la técnica le hacían invencible.
A Philidor se debe el famoso postulado:
“Los peones son el alma del ajedrez”.
Fue él el primero, que elaboró unas normas teóricas fundamentales. Poseía un sentido del juego de posición que sólo los maestros de generaciones posteriores pudieron llegar a valorar.
Reuben Fine indica en ‘The World’s Great Chess Games’, que los análisis de Philidor sobre los finales de torre y alfil contra torre todavía son válidos hoy en día (la posición clásica lleva el nombre de Philidor):
(27) Captain Smith - André Danican Philidor [C24]
London , 01.01.1790
[Ruben Fine]
1.e4 e5 2.Ac4 Cf6 3.d3 c6 4.Ag5 h6 5.Axf6 Dxf6 6.Cc3 b5 7.Ab3 a5 8.a3 Ac5 9.Cf3 d6 10.Dd2 Ae6 11.Axe6 fxe6 12.0–0 g5 13.h3 Cd7 14.Ch2 h5 15.g3 Re7 16.Rg2 d5 17.f3 Cf8 18.Ce2 Cg6 19.c3 Tag8 20.d4 Ab6 21.dxe5 Dxe5 22.Cd4 Rd7 23.Tae1 h4 24.Df2 Ac7 25.Ce2 hxg3 26.Dxg3 Dxg3+ 27.Cxg3 Cf4+ 28.Rh1 Txh3 29.Tg1 Txh2+ 30.Rxh2 Th8+ 31.Ch5 Txh5+ 32.Rg3 Ch3+ 33.Rg4 Th4# 0–1
(busto Philidor en Paris)