Ajedrez en el metro de Barcelona
Lo que voy a contar ocurrió hace más de dos semanas, a finales de Septiembre. Había realizado unos trámites con una conocida compañía telefónica en pleno centro de Barcelona y me dispuse a coger el Metro en la Plaza Catalunya para regresar a mi domicilio. Bajando las escaleras que dan al intercambiador que comunica los trenes de la Generalitat y la Línea 1 y 3, vi cómo un grupo de gente se agolpaba en el centro de esa placita subterránea circular en donde muchos venden bisutería barata, despertadores (¡!) y algunos trastos de dudosa aplicación, o muchas veces escenario de una interpretación de música clásica por un cuarteto de cuerda; y observé a un chico de raza negra con rastas que estaba jugando una partida de ajedrez blitz con otra persona. Con reloj digital a 3 minutos finis. A su lado, una radiocassette con un CD que interpretaba el Canon de Pachelbel. A su espalda, una gran maleta cerrada. Dos carteles explicaban, en castellano y en inglés, que se trataba del jugador nº 3 de Jamaica, que ofrecía jugar con él gratis a cualquiera que lo desease y que necesitaba dinero para regresar a su tierra a ver a su padre urgentemente en el mes actual (Octubre), que estaba gravemente enfermo. No pude evitar pararme ante esta original manera de pedir limosna: reconozco que estoy bastante harto de las mafias que utilizan a los bebés para mendigar y de diversos caraduras que se ponen a tocar de una manera horrible “Los chicos del Pireo”, “Cosí cosá”y cosas por el estilo dentro de los vagones de metro pidiendo la voluntad.
En veinte minutos tuve tiempo de presenciar cuatro partidas blitz en las que el jugador jamaicano movía a endiablada velocidad las piezas al ritmo del citado Canon de Pachelbel, el “Zombie” de los Cranberries y otros clásicos del rock por el estilo. Siempre jugaba con negras. Y casi siempre ganaba. Al final de cada sesión, pedía un aplauso para su rival.
Me decidí a probar suerte después de haber asistido a esas cuatro partidas. Después de la excitante rápida, deseé a mi oponente la recuperación de su padre y le pregunté su nombre y si tenía titulación. Lamentablemente, apenas entendí nada de lo que dijo el chico, en parte porque mi inglés está bastante oxidado y porque mi rival hablaba demasiado rápido y seguramente no me había entendido antes. Sólo adiviné la palabra “Pablo”, en respuesta a mi pregunta por su nombre. Decidí dejarlo estar y alegre por haber pasado un buen momento jugando una partida en un lugar inesperado, decidí investigar por mi cuenta lo que no había podido averiguar “in situ”.
Desgraciadamente no he podido sacar nada en claro de las listas de la FIDE. Realmente sigo sin saber quién es este curioso personaje. ¿Se trata de un farsante? ¿Es verdad que hay un maestro de ajedrez pidiendo limosna en el metro de Barcelona? Si algún lector aficionado al ajedrez de esta excelente página web ha visto también al ajedrecista jamaicano en la parada de Plaza Catalunya, me gustaría que comentase también algo y añadiese algo más a este singular relato. Cosas así no pasan todos los días, y es gratificante encontrar aventuras ajedrecísticas más allá del típico torneo del fin de semana.
Un cordial saludo a todos, Alex Darias Mateos
P.D.: Me he animado a compartir esta experiencia porque volví a ver al curioso ajedrecista ayer en el mismo lugar, esta vez en completa soledad y con las blancas en su lado. Pero no tenía tiempo de satisfacer mis dudas (debía hacer varios recados urgentes) y tampoco quería pecar de indiscreto.
Sólo como curiosidad: al jamaicano que esta jugando rápidas en el metro de Barcelona me lo encontré yo en Julio en la Friedrichstrasse, la calle comercial más concurrida de Berlín. No debe de ganar muchas partidas el pobre hombre, porque viendo la tunda que se llevó de un patán como yo...
He aquí la foto:
http://www.davidllada.com/art_fotos/fotos_17/r20050610_berlin_llada_chess_jamaicano_1.JPG
Sé que es el mismo porque un amigo mío jugó le vio en Barcelona y me escribió comentándomelo. Es pequenyo el mundo, verdad?
Un saludo,
David Llada