¿El juego de ajedrez en peligro?
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contesta a través de Internet a toda clase de dudas sobre moralidad y religión.
Según el ABC del 8.4.2007 me permito reproducir un extracto sobre el ajedrez como sigue:
¿Es su veredicto diferente si se juega con un ordenador?
Respuesta:
¡Jugar al ajedrez está absolutamente prohibido incluso sin apostar dinero.
Y no hay diferencia si se juega con figuras o un ordenador!
Mi revisor de oficio y gran amigo Salvador Aldeguer me añade una nota:
“¿Lo sabías? A lo mejor escribes un artículo, cuidado no te corten la cabeza los de Mahoma.
¡Qué Alá te ayude!”
Pongo este tema al debate, porque el Islam se ha puesto en marcha con sus doctrinas y representa un peligro para todos los jugadores de ajedrez......
Saludos Frank Mayer
Josep Arias Velasco
Hacia tiempo que no veía tanta sensatez en tan pocas palabras. Gracias
Toni Ayza
Frank Mayer
Apreciado amigo,
tengo que admitir que la primera noticia sobre la prohibición del ajedrez
por parte del gran ayatolá Ali Sistani, me afectó tanto que vi un horizonte
muy oscuro para nosotros, los jugadores de ajedrez.
Pero esta vez, estoy con los socialistas (de Madrid), que dicen: "¡Que no
tengamos miedo, pero máxima alerta!"
Lo que propongo, que viajáremos un día al Irak algo más pacificado y nos
entrevistáremos con el gran ayatolá en una de sus mezquitas para recordarle
que en una buena parte de su patria, e.d. Mesopotamia se inventó el juego de
ajedrez, que se ha convertido en un bien cultural para su país y el resto
del mundo.
Si finalmente me permites un pequeño, pero importante detalle:
Dado que tendremos quitarnos los zapatos al entrar a la mezquita, ruego tu
amable revisión anterior del estado de tus calcetines para que no tengan
agujeros visibles, como ocurrió recientemente a Paul Wolfowitz (Presidente
del Banco Mundial) al entrar en una mezquita de Bagdad según la imagen
adjunta:
El intercambio público de nuestras opiniones, nunca
he considerado como polémico, pero sí el pronunciamiento del gran Imán sobre
el ajedrez.
Un abrazo de tu amigo Frank
Sin ánimo de entrar en disputas, que suelen resultar bastante estériles por estos pagos, me arriesgo a mediar en el rifirrafe entre el señor Arias y Herr Mayer. Herr Mayer ya nos va acostumbrando a sus descarrilamientos en casi todas las opiniones que perpetra, pero también es cierto que resulta obligatorio reconocerle una cierta audacia y espíritu deportivo a un colaborador tan conspicuo. Por si eso fuera poco, la más elemental ley de la hospitalidad nos invita a moderarnos a la hora de criticarle, así que, les ruego, no tomen mis palabras demasiado al pie de la letra, están escritas con la mejor de las intenciones.
Basta abrir cualquier manual de tercera para constatar que sin lo que
él denomina “el Islam” Herr Mayer no podría disfrutar ahora de su juego
favorito, pues el ajedrez fue introducido en Europa a través de España por
árabes de religión musulmana. La palabra “alfil”
significa “elefante” en árabe y todas las tradiciones recogen la importancia
del juego entre los siglos XI y XV en la península ibérica, llegándose
incluso a celebrar partidas de ajedrez en lugar de batallas como recoge el
profesor Sánchez-Albornoz en la “La España Musulmana” . La antigua
denominación de la actual “Dama” era “Visir” (traducible aproximadamente
como “ministro o consejero”), palabra de inequívoco origen árabe, aunque
procedente de Persia –país que también algo tendría que decir sobre el
juego- y hay piezas y tableros de increíble belleza creados por artesanos o
artistas musulmanes a lo largo de los siglos.
Esto que escribo no es ninguna novedad, lo sabe cualquiera que se haya
tomado la molestia de leer dos o tres páginas sobre historia del ajedrez.
Resulta como mínimo chocante que Herr Mayer se olvide de todos estos hechos
para, sin embargo, llamarnos la atención sobre los desvaríos de un
enajenado. Pretender a estas alturas enfrentar también al “Islam” con el
ajedrez es un puro ejercicio de demagogia retrógrada y de falta de criterio
que, la verdad, no tiene maldita la gracia.
Si hay luego ocasión o interés podríamos entrar en distingos entre, por ejemplo, chiíes y suníes, y las interpretaciones que del “Haram” no esencial hacen diferentes imanes, de lo que piensan los radicales salafistas (o wahabitas) o de la famosa prohibición de practicar el ajedrez en los años ochenta en Irán por parte del Ayatolá Jomeini, de la que deriva la interdicción de Al-Sistani. Si alguien, y ya acabo, tiene interés sobre el tema, le recomiendo un artículo de Genna Sosonko publicado en “New in Chess” y titulado “Two against one. Chess and religion”, en el que, con muy buen criterio, Sosonko se ocupa de varias religiones y su relación con el juego. Entre otras menciona el Judaísmo, el Cristianismo Ortodoxo y, como no, el Islam.
No quiero terminar sin añadir que, en mi opinión, es un poco triste que los debates estén algo abandonados en la página, o se reduzcan a temas puramente reglamentarios. Las ideas no faltan. Uno de los más interesantes pasó casi sin pena ni gloria por la web. Me refiero a “La popularización del ajedrez”, en el que se vertieron opiniones de una agudeza que algunos echamos de menos. Quizás tampoco sería una mala idea reflexionar sobre el hecho de que los nuevos ritmos de juego tiendan a imponer el uso de relojes digitales. Estás relojes tiene detractores y defensores, sin duda, sin embargo estoy convencido de que la clave para resolver el embrollo de los ritmos es una necesidad, más básica, que impone el reloj digital: La de comprarlo.
A. Fernández-Egea