Tenia que pasar
Ronda 8 del torneo sub-2000 del
Hotel Bali, mesa nº 2, se enfrentan el valenciano Cesar Mataix y el francés
Amaury Marceau. La partida transcurre por cauces normales cuando suena un móvil
en la sala. Un arbitro se acerca a la mesa dos y le dice a Cesar Mataix que le
está sonando el móvil. El jugador se gira sorprendido y le muestra su móvil
perfectamente apagado que lleva en el cinto, el arbitro le dice que está sonando
un móvil en la chaqueta que tiene colgada en su silla, a lo que Cesar responde
que no tiene ningún otro móvil, mete la mano en la chaqueta y saca un móvil que
no es suyo.
El árbitro
principal examina el móvil y ve que el
móvil es francés, automáticamente da la partida por perdida al francés, y lo
expulsa del torneo.
Ante las
reclamaciones del jugador francés, se abre una investigación y se consigue saber
de quien es el móvil. Es de un joven francés que no está jugando el torneo y que
primero manifiesta no conocer al jugador francés, aunque cosa curiosa, tiene su
nombre en la agenda del móvil
Lo que algunos han pensado en broma, ponerle a nuestro
rival un móvil y llamarlo, alguno lo han puesto en marcha en serio, ¿que será lo
próximo?, ¿qué hubiera pasado si el móvil hubiese sido español?.
Tenía que pasar (Editorial)
Alejandro Melchor
Comentario
al Editorial
Estimados
amigos de ajedrez,
el
mundo está podrido.
Después del “Water”-gate,
teníamos el “ordenador- bolsillo”-gate, el “lavabo”-gate, ahora el “móvil”-gate.
Pronto tendremos “el acoso”-gate, “comportamiento”-gate, el “vestido”-gate, el
“arma”-gate y una larga lista de acciones vetadas según las reglamentaciones
para jugar al ajedrez en torneos.
Si se seguirá
creando – quizás necesariamente - nuevas normas “para adaptarse a las
circunstancias”, pronto tendremos que pasar todos “por el arco de control de
seguridad” antes de entrar en las salas de juego.
Siempre
existirán unos picarescos que se aprovecharan de aquella famosa frase que dice:
“ ¡Hecha la
ley, hecha la trampa!”
Saludos amistosos Frank Mayer, Sitges
La verdad se conoció cuando cuando la ronda ya terminaba, el arbitro tuvo que tomar la decisión en función de lo que el pensó que estaba pasando, creo que acertó de lleno. Que fuese francés portugués o alemán, solo sirve para que si el móvil es de la nacionalidad del rival del que le suena, es un indicio razonable para pensar que algún compatriota lo esta ayudando.
Por eso la pregunta de que hubiese pasado si el móvil hubiese sido español. Al pobre jugador le hubiese costado un mundo demostrar que no era suyo.
Realmente el que lo hizo, no demostró tener muchas luces, porque el engaño era tan burdo que costó hora y media llegar a conocer la verdad y lo único que consiguió fue perjudicar a su amigo.
El jugador negó conocer a quien puso el móvil hasta que se demostró que su nombre estaba en la agenda del móvil, entonces cambio la versión y dijo que lo había conocido en el Bali, mentir al arbitro es otro indicio de que no tenía la conciencia tranquila.
Espero haber aclarado tus dudas.
Toni Ayza
Creo que lo que ha pasado en Benidorm no es más que la prueba de lo absurdas que son algunas nuevas reglamentaciones. La que se refiere a los móviles yo encuentro excesivo que se dé por perdida una partida o lo que es lo mismo, que el árbitro tenga que tomar una decisión drástica al primer sonido de un móvil. Creo que lo lógico es, igual que se viene haciendo ahora antes del comienzo de cada ronda, que el árbitro recuerde que los móviles deben de estar apagados, y en caso de que suene alguno apercibir a su dueño, algo así como tarjeta amarilla, una segunda vez si que ya sería cuestión de sacar tarjeta roja. No se daría ni el caso de Benidorm, ya que sería estúpido intentar esa triquiñuela ni los casos lamentables que se ven de vez en cuando en los torneos de pérdidas de partidas en la jugada 2 o 3 o en posiciones completamente ganadas. Cuando entre en vigor la nueva normativa sobre estar a la hora en la mesa, en Benidorm, amigos de jugadores, con aspecto “portero de discoteca” harán mil y una cosas para retrasar al contrincante, ¿por un premio de 4500 euros quien no se va a jugar una noche en comisaria? La cuestión, al menos para mí, es ¿hasta qué punto hay que seguir las normas que son de por si absurdas? ¿Por qué no puede una federación “limar” algunas directrices sin que pierda el torneo el carácter de computable para la FIDE?
Un saludo a todos
Fernando Rodriguez